Pablo Hasél,,,, Odio Justificado
True Skin: El Distópico Futuro Transhumanista.
EL TRANSHUMANISMO TECNOLÓGICO VA POR LAS DESHUMANIZACIÓN
TOTAL Y EL CONTROL MUNDIAL.
La tecnología no quita horas de trabajo no ayuda más que a unos pocos y genera más desigualdad y control.
Un corto de ciencia ficción ambientado en un
futuro distópico no muy lejano, donde las mejoras son el camino de vida.
Para Kaye, siendo un producto natural, las mejoras le ayudarán a mantener el ritmo
en este mundo con un hiper-ritmo.
Sin embargo, después de adquirir un
prototipo clasificado, Kaye se encuentra rápidamente a sí mismo luchando no sólo por
su propia humanidad, sino por algo mucho más grande.
LA VIDA AL FINAL DEL IMPERIO
Pablo Hasél,,,, Odio Justificado
True Skin: El Distópico Futuro Transhumanista.
EL TRANSHUMANISMO TECNOLÓGICO VA POR LAS DESHUMANIZACIÓN
TOTAL Y EL CONTROL MUNDIAL.
La tecnología no quita horas de trabajo no ayuda más que a unos pocos y genera más desigualdad y control.
La tecnología no quita horas de trabajo no ayuda más que a unos pocos y genera más desigualdad y control.
Un corto de ciencia ficción ambientado en un futuro distópico no muy lejano, donde las mejoras son el camino de vida. Para Kaye, siendo un producto natural, las mejoras le ayudarán a mantener el ritmo en este mundo con un hiper-ritmo.
Sin embargo, después de adquirir un
prototipo clasificado, Kaye se encuentra rápidamente a sí mismo luchando no sólo por
su propia humanidad, sino por algo mucho más grande.
LA VIDA AL FINAL DEL IMPERIO
Construyendo Contrapoder.
Lo importante en este
discurso y quitando a España es lo que menciona sobre que es el poder y que esta presenete en todas partes.
La doctrina del Shock.
Induciendo
el miedo, enseñando la indefensión. Privatizando todo.
El Gran Discurso Antisistema "Alternativas al Neoliberalismo"
HACIENDO REAL LA UTOPÍA
HACIENDO REAL LA UTOPÍA
Ante la cuestión planteada de forma recurrente
desde el activismo sobre por qué las poblaciones occidentales están tan
inmovilizadas en proporción a la cantidad y gravedad de las agresiones que se
están sufriendo, existe una explicación muy extendida que es en la que se basa la Doctrina del Shock de Naomi Klein: el miedo. El miedo que todo lo
paraliza. Esto ha hecho creer a movimientos sociales y activistas que la principal
herramienta empleada por las estructuras de poder para mantenerse y extenderse
ha sido siempre el miedo, lo que como consecuencia ha centrado todos los
esfuerzos activistas prioritariamente en combatirlo. Pero muchas de las
personas que lean esto, y que estén relacionadas en mayor o menor medida con el
activismo, coincidirán conmigo en que más que miedo con lo que nos hemos
cruzado es con multitudes sumidas en la desgana y la apatía.
Esto me ha llevado a pensar que lo que realmente
paraliza a las masas no es el miedo. Lo que ha sucedido, quizá, es que a través de las diversas dinámicas de
poder que se
han ido desarrollando en las últimas décadas hemos ido cediendo
progresivamente el control sobre distintas parcelas de nuestras vidas, hasta
el punto de llegar a delegar incluso la gestión de nuestras propias esperanzas
y, con ellas, también de nuestras motivaciones. Por supuesto, esto
no es culpa exclusiva de un determinado poder coactivo, ya que
(independientemente de las posibles estructuras de poder, sus oscuras
motivaciones, estrategias, conspiraciones, etc…) en última instancia hemos sido
nosotros los que hemos ido cediéndolas alegremente, asumiendo
sin apenas resistencia las reglas que se iban estableciendo. De esa pérdida casi absoluta y
generalizada de control sobre nuestra esperanza viene la facilidad con que
veamos a millones de personas agarrándose desesperadamente a un clavo ardiendo,
aceptando condiciones miserables de vida tan sólo a cambio de la promesa de un
puñado de migajas, y con más fuerza cuanto peor es la situación en que se
encuentren (esto explicaría además por qué la clase media ha tenido más
facilidad históricamente para rebelarse) El miedo, que por supuesto también
existe, sería el as en la manga reservado sólo para utilizar estratégicamente
contra aquellas personas que, habiendo adquirido cierto grado de
conciencia, comienzan a actuar en contra de estas dinámicas de control y cesión
en que se fundamenta el poder. Esto es, el miedo sería la principal herramienta
reservada para contener los diferentes focos de rebeldía que vayan surgiendo,
pero no así para el resto de la población.
Ahora bien, ¿cómo se perpetúan hoy en día estas
dinámicas de cesión? La pérdida del control propio sobre el leitmotiv de
nuestras vidas ocurre ya desde que somos pequeños. A través de las prácticas
sociales normalizadas y los distintos mecanismos de castigo y recompensa de los
que se valen dichas prácticas, en las escuelas, en los trabajos o incluso
dentro de la propia familia, se nos cercena todo lo posible la expresión de
nuestra creatividad identitaria. Se nos muestra un mundo en apariencia
estimulante, pero en las formas rígido, inflexible, rutinario, y en cuyo seno
el concepto de libertad se encuentra limitado a disponer de un puñado de
elecciones u opciones ya predeterminadas. Tú eliges el rol que más o menos te
gusta, pero no lo construyes. Y si no llegamos a ser capaces de poder
construir nuestro propio rol, ¿cómo vamos a conseguir construir un entorno
más amable para nosotros que éste al que fuimos arrojados?
Recuperando el rumbo perdido.
Quizá sea esta cuestión la que en mayor medida esté
limitando la acción y la posibilidad de expansión de los movimientos sociales.
Intentamos combatir (o incluso revertir) el miedo, desenmascarar las mentiras,
mostrar la auténtica violencia del sistema y analizar una y otra vez sus
errores, pero no ofrecemos un motivo de esperanza, y ya no sólo para el grueso
de la población sometida sino incluso también para nosotros mismos. Luchamos
en contra de algo, pero no reservamos fuerzas ni tiempo para luchar a favor
nuestra.
Desde este planteamiento, sería preciso comenzar a
introducir en todo discurso con vocación activista, es decir que contenga
voluntad de cambio, esa esperanza que nos ha sido arrebatada, manifestando para
ello la confianza en las propias e ilimitadas posibilidades que nunca nos
enseñaron a potenciar. Pero sin charlatanerías, ni falsas promesas, ni
liderazgos vacíos, sino con ejemplos prácticos, por muy reducidos o
minoritarios que éstos sean. Que se muestre que detrás de cada discurso contra
la decadencia del sistema existen opciones reales que nos permiten construir un
entorno ya no sólo mejor, sino distinto, en el que podemos contribuir con
nuestras propias aportaciones genuinas. Por el contrario, continuar centrando
los discursos en las maldades de quienes nos administran o nos gobiernan no hará sino continuar
abalanzándonos una y otra vez contra un muro, además de acelerar el proceso de
descomposición natural de las actuales dinámicas político-económicas.
Es más, ¿de qué serviría derrotar a los dueños de
un sistema si lo pernicioso es la propia estructura y las reglas de ese sistema
y no las personas que van logrando posicionarse con más o menos privilegios
dentro de él?
En resumidas cuentas: más importante que darnos
cuenta de lo que no queremos, es conocer e indagar lo que realmente anhelamos.
De forma que se facilite la acción y la puesta en práctica consecuentes de un
discurso subversivo pero al mismo tiempo esperanzador. Esto impulsaría un
activismo encaminado principalmente a la construcción de iniciativas en las que
poder poner en práctica y desarrollar las propias capacidades, y también a la
aplicación de una pedagogía social que devuelva a las personas la necesidad de
creer e indagar en sus posibilidades con el objetivo de llevarlas a cabo.
Ampliando así el horizonte del activismo que va exclusivamente encaminado a la
destrucción de la maquinaria represiva y propagandística del Estado, lo que
obliga a ir siempre reaccionando ante sus maniobras en lugar de permitirnos
tomar la iniciativa. Por supuesto, hablamos de un activismo de avanzadilla pero
fundamentado en el respeto
a la diversidad,
contrapuesto a la existencia de vanguardias elitistas o liderazgos que al final
desemboquen en lo mismo, esto es, contrario a que sean unas pocas personas las
únicas que acaben construyendo para todas las demás sus esperanzas o las
posibilidades de hacer algo.
Haciendo real la utopía.
La sociedad no va a experimentar un movimiento
hacia el cambio si detrás de todo este mundo que denunciamos no se vislumbra
claramente la construcción de otro diferente. Si bien es cierto que ya hay
mucho teorizado, la mayor parte de las propuestas se basan en concepciones universalistas y grandilocuentes de un mundo
ideal al completo, capaz de evocarnos los más bellos sueños pero imposibles
de materializar en nuestra práctica cotidiana. O imposibles al menos sin
haber encontrado antes el botón de reset del mundo, a modo de Neo en Matrix:
reescribiendo de golpe y porrazo con un sólo movimiento todas las reglas y
estructuras que rigen las sociedades complejas de hoy en día. Y ni aún con
esas. Mucho me temo que eso no va a ser realizable por mucho que nos
atiborrásemos de pastillas rojas o azules.
Aunque no toda posibilidad pasa forzosamente por la
ciencia-ficción. Así, encontramos una serie de propuestas procedentes de
pequeñas comunidades
reales (aunque
no por ello menos ambiciosas) plenamente autónomas, basadas en el mutualismo, la plurarquía, y gestionadas a través de redes distribuidas, más factibles de poner en
práctica. Comunidades capaces de imaginar un futuro particular para las pocas y
verdaderamente importantes personas con nombre y apellido con las que
construimos nuestra cotidianidad, las cuales a su vez puedan compartir con
otras. O, dicho de otro modo, una serie de ejemplos de comunitarismo
construido por nodos autónomos interconectados voluntariamente entre sí por
intereses compartidos.
Nodos (personas o colectivos) capaces de
producir conocimientos, servicios o bienes según sus propias capacidades, y de
intercambiar libremente dicha producción entre ellos, sin coacciones,
mediaciones o dependencias que supongan posiciones de ventaja o desventaja
forzosa de unos sobre otros.
Algunas de estas propuestas llevan ya un tiempo
practicándose, lo que nos ha permitido confirmar el potencial y la capacidad
efectiva de transformación y cambio que han supuesto en el entorno real de cada una de ellas. Y no
hablamos de cambios aparentes o superficiales. Nos estamos refiriendo a
transformaciones de tal calado que han llegado a alterar por completo la cosmovisión que personas y comunidades,
extendidas por todo el mundo, tenían sobre las relaciones sociales y las formas
de desarrollarse y proyectarse en su entorno. Todo ello al margen de los
intentos de control que ejercen las distintas formas de poder, debido a su
carácter autónomo e independiente. Tal es el caso de las propuestas que en las
últimas décadas han llevado hasta límites insospechados la producción de código
abierto basándose
fundamentalmente en los principios de la ética hacker, y que están consiguiendo
lo que antaño tan sólo era posible imaginar: hacer real la utopía.
Por mencionar algunos ejemplos prácticos y
concretos, que conozco bien por afinidad y contacto, destacaría el
desarrollo de la Filé Aesir, una comunidad centrada en la
gestación de diversos proyectos orientados hacia la adquisición de una
plena autonomía, entre los que podemos encontrar proyectos de impresión 3D, de consultoría, de software social, de radio o de educación, entre otros, y todos ellos bajo
el marco práctico del Activismo
de Mercado; así
como el modelo económico propuesto por Entropy Factory, una incubadora de proyectos
tecnológicos e informáticos impulsados y puestos en práctica a través de
criptomonedas como Faircoin, que ellos mismos están
logrando acercarlas de forma completamente accesible para el consumidor común. Es el
caso también, por mencionar otros ejemplos muy representativos y ya bastante
extendidos, de la Free Software
Foundation, y su
punta de lanza en GNU
Project, dentro
del campo del software informático; de la P2P Foundation impulsada por Michel Bauwens,
que explora la producción por pares en todo tipo de ámbitos socio-económicos;
del proyecto Open Source Ecology, que diseña lo que han
denominado el Set de Construcción de la Aldea Global, cincuenta maquinas de
bajo coste y fabricación casera con las que se podría iniciar una pequeña aldea
moderna partiendo desde cero; también es el caso de los estudios sobre la Economía Directa elaborados por John Robb, y
centrados tanto en la producción como en la inversión inicial necesaria a un
nivel completamente asequible y gestionable por cualquier unidad familiar; y
del neovenecianismo definido, llevado a la práctica
y extendido por los indianos, con una sólida propuesta de
democracia económica en el plano comunitario y de consecución de una
vida interesante en el
plano personal. Son sólo algunos ejemplos reseñables, aunque podemos encontrar
muchos más.
Todos estos son proyectos que, sin duda alguna,
están construyendo nuevos modelos de relaciones sociales y comerciales con
posibilidades muy poco imaginadas antes. Todo un trabajo que nos está demostrando
que efectivamente se pueden ir cambiando las reglas del juego; que es posible
recuperar las parcelas perdidas sobre el control de nuestras vidas; que podemos
relacionarnos de forma genuina con nuestro entorno provocando pequeñas y
progresivas transformaciones en él y, como consecuencia, enriqueciéndolo; y que
no todas las decisiones que afectan a nuestras vidas dependen de
personas, entidades o instituciones ajenas a nuestra participación directa, por
más que digan representarnos, sino que dichas decisiones están, hoy más que
nunca, al alcance de nuestras propias manos.
LA
VIDA COMO UNA LUCHA DE EGOS
En ensencia si las relaciones que
se dan en el sistema capitalista son de poder, es porque hay un temor o miedo
psicológico que imbuye al individuo a adoptar estrategias de conservación en el
medio en el que habita. Sería como la de atacar antes de ser atacado, es decir,
ser el cazador antes que la presa o el dominador antes que el dominado.
Si las relaciones humanas a día de hoy básicamente son las de dominador-dominado, es porque el hombre busca ser el ganador en este juego en el que se convierte la vida y en este caso las relaciones en general.
Lo que significa es que las relaciones que se producen en la gran mayoría de los casos, es por el interés particular que por cooperación mutua, y que la vulnerabilidad psicológica del individuo es la que determinará su pensamiento, que lo condicionará en una lucha constante con el prójimo al hallarlo un adversario de sus intereses particulares.
La vulnerabilidad psicológica, o los miedos y temores causantes de los conflictos internos del sujeto, determinarán su conducta. Esta conducta será de agresividad ante cualquier peligro que se produzca, la agresividad es un componente psicológico que sirve de base para la competencia que en esencia es violencia entre los hombres.
La idea que tiene el individuo de auto-conservación es la de ser el dominador en las relaciones que se den en el sistema, se trata en todo caso de no perder la imagen o el ego o lo que se llama rol en el juego que se ha convertido las relaciones, perder la imagen creada o el rol significa ser el dominado y el perdedor o fracasado.
La lucha entonces pasa a un primer plano en las relaciones, confrontando al hombre en una guerra sin fin con sus semejantes y anulando el espíritu de cooperación convivencial que se pueda dar.
Es entonces cuando la vida para el hombre se convierte en una lucha de egos o una guerra de todos contra todos para poder sobrevivir.
Si las relaciones humanas a día de hoy básicamente son las de dominador-dominado, es porque el hombre busca ser el ganador en este juego en el que se convierte la vida y en este caso las relaciones en general.
Lo que significa es que las relaciones que se producen en la gran mayoría de los casos, es por el interés particular que por cooperación mutua, y que la vulnerabilidad psicológica del individuo es la que determinará su pensamiento, que lo condicionará en una lucha constante con el prójimo al hallarlo un adversario de sus intereses particulares.
La vulnerabilidad psicológica, o los miedos y temores causantes de los conflictos internos del sujeto, determinarán su conducta. Esta conducta será de agresividad ante cualquier peligro que se produzca, la agresividad es un componente psicológico que sirve de base para la competencia que en esencia es violencia entre los hombres.
La idea que tiene el individuo de auto-conservación es la de ser el dominador en las relaciones que se den en el sistema, se trata en todo caso de no perder la imagen o el ego o lo que se llama rol en el juego que se ha convertido las relaciones, perder la imagen creada o el rol significa ser el dominado y el perdedor o fracasado.
La lucha entonces pasa a un primer plano en las relaciones, confrontando al hombre en una guerra sin fin con sus semejantes y anulando el espíritu de cooperación convivencial que se pueda dar.
Es entonces cuando la vida para el hombre se convierte en una lucha de egos o una guerra de todos contra todos para poder sobrevivir.
Dentro de HLS
La campaña SHAC se inició en Noviembre 1999 con el propósito de cerrar el mayor laboratorio de experimentación animal europeo: Huntingdon Life Sciences.
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