El mundo no nos pertenece. Si tiene un dueño que es tan estúpido como para quererlo tal como es, que se lo quede. Dejémosle contar ruinas en lugar de edificios, cementerios en lugar de ciudades, lodo en vez de ríos y fango infecto en vez de mares.

Nunca dejes de luchar¡¡

'feminicidio o auto-construcción de la mujer

PARA QUE AUMENTE EL CONOCIMIENTO DEBE EXISTIR EL DESACUERDO. Y ESTE PROGRESO DEL CONOCIMIENTO SE PRODUCE A PARTIR DE LA ENUNCIACIÓN DE TEORÍAS AUDACES Y SU CONTRASTACIÓN Y DISCUSIÓN CRÍTICA. PARA EL AVANCE Y EL AUMENTO EN LA PROFUNDIDAD DEL CONOCIMIENTO SE PRODUCE A TRAVÉS DE PROPONER IDEAS AUDACES Y TRATAR DE PROBARLAS, DE CONVERSACIONES, DE DISCUSIONES, EN LAS QUE LOS INTERLOCUTORES, DESDE PUNTOS OPUESTOS, VAN DEFINIENDO CONSTRUYENDO UNA FORMA DE INTERPRETAR SU ENTORNO.

CAPITALISMO

CAPITALISMO
No es natural sentirse bien en un mundo enfermo, y lleno de injusticia

el problema

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LAS VERDADES SON HECHOS.

LAS VERDADES SON HECHOS.

punk, oi, hard core

domingo, 29 de mayo de 2016

EL MITO DEL ESTADO DE BIENESTAR --Tú ayudas a que todo sea una mierda. --La religión del voto- reflexiones - Poder y sociedad.Sociedad jerarquizada




PARA QUE AUMENTE EL CONOCIMIENTO DEBE EXISTIR EL DESACUERDO. Y ESTE PROGRESO DEL CONOCIMIENTO SE PRODUCE A PARTIR  DE LA ENUNCIACIÓN DE TEORÍAS AUDACES Y SU CONTRASTACIÓN Y DISCUSIÓN CRÍTICA. PARA EL AVANCE Y EL AUMENTO EN LA PROFUNDIDAD DEL CONOCIMIENTO SE PRODUCE A TRAVÉS DE PROPONER IDEAS AUDACES Y TRATAR DE PROBARLAS, DE CONVERSACIONES, DE DISCUSIONES, EN LAS QUE LOS INTERLOCUTORES, DESDE PUNTOS OPUESTOS, VAN DEFINIENDO CONSTRUYENDO UNA FORMA DE INTERPRETAR SU ENTORNO.



 


EL MITO DEL ESTADO DE BIENESTAR - Félix Rodrigo




SALIR DE TU IDEOLOGÍA DUELE, LA LIBERTAD DUELE


Las vidas cómodas y agradables no construyen al sujeto, son las situaciones difíciles aquella situaciones límite que hacen de las personas sujetos de calidad.



PIRATEA Y DIFUNDE¡¡¡¡

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SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR



El Estado del bienestar en la sociedad actual se reduce a una mera forma de engaño por parte de los políticos que están gobernando, es la única forma en que el  gobierno puede existir a día de hoy, y para que la casta política pueda tener una cierta credibilidad hacía los súbditos españoles que les han votado y han querido por mayoría elegir a un determinado partido político. No obstante, en realidad el tan cacareado Estado del Bienestar determina un modelo económico que pone en funcionamiento la sociedad en general, este modelo económico es el capitalismo, en su última fase renovada, el neoliberalismo que actúa como catalizador entre la producción y el capital, es decir, entre la sobreproducción y el capital, el neoliberalismo necesita una sociedad en su mayoría lo más consumidora posible, una sociedad consumista que regule el exceso de producción a todos los niveles en los bienes de consumo para que las grandes multinacionales puedan tener los máximos beneficios. Hasta hace poco tiempo este modelo económico importado de los Estados Unidos a base de macro-créditos o incremento del capital en un sistema, es el que a funcionado en el Estado español, y la falta de liquidez en tiempos de crisis como lo que estamos padeciendo básicamente es la consecuencia del mal llamado Estado del bienestar que los políticos han querido imponer, haciendo ver que en el fondo en este país se vivía como en el paraíso bíblico, consumiendo en exceso y también como dicen “viviendo por encima de nuestras posibilidades”.
Para simplificar, el Estado del bienestar es un modelo económico, en este caso capitalista en su última fase neoliberal que promueve el consumismo para sostenerse, y no en un modelo basado en la responsabilidad, en la dignidad, en la honestidad, en la confianza, en la compasión y en el respeto mutuo entre otros valores. La educación y la sanidad “gratuitas” hasta ahora, pilares fundamentales según los políticos gobernantes del tan aclamado Estado del bienestar es una forma para mantener engañada a la gran mayoría de la sociedad y manipularla para fines básicamente consumistas.



Que nadie decida por ti



Si el cumplimiento de tus derechos depende de la decisión de otra persona, agrupación o institución, entonces dejan de ser derechos para pasar a ser meras concesiones.
Nos educaron haciéndonos creer que existe un Estado y una Justicia que velan por nuestros derechos, y que sólo a través de ellos es como podrían garantizarse. Sin embargo, cada vez hay más pobreza, más abusos, más explotación, más gente durmiendo en la calle y más represión, mientras que al otro lado de la estructura social los privilegios se mantienen protegidos por las fuerzas del orden. De su orden, por supuesto. Un orden que sólo se puede mantener, paradójicamente, haciéndose valer del uso de la coacción y de la fuerza. Un orden violento.
¿Aún no ves la mentira? No existen tales derechos, no existe tal justicia, ni existe tal orden. Y mientras continuemos esperando a que sean otras personas quienes traten de concedernos unos u otros derechos, continuaremos siendo esclavos. Eternos dependientes.

Sólo nosotros podemos definir nuestros derechos y protegerlos. Cuestionando toda autoridad, sea ésta explícita o tácita. Rompiendo nuestra dependencia ante cualquiera que se arrogue la potestad y sapiencia inequívoca de representar nuestros derechos. Hablando, reflexionando y actuando sobre cualquier cosa que sea de nuestro interés o en la que estemos involucrados, en nuestras relaciones personales, en nuestros trabajos, en nuestros barrios, en nuestros negocios… y sin olvidar que no estamos solos. Que podemos pactar normas y respetar acuerdos entre nosotros mismos. Que podemos también comerciar, compartir y construir productos, espacios y servicios sin necesidad de que nadie nos diga cómo hacerlo. Que somos, al fin y al cabo, quienes movemos el mundo. Nuestro mundo.
Como decía Tyler Durden: “Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos […]”, pero “no sois vuestra cuenta corriente. No sois el coche que tenéis, ni el contenido de vuestra cartera. No sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo”.
Solo nosotros conocemos nuestros problemas y solo nosotros, ayudándonos unos a otros y sin depender de nadie, podemos encontrar soluciones que beneficien a todas las partes. Es por ello que es tan importante aprender a vivir sin delegados ni representantes, excepto aquellos con los que personalmente y directamente pactemos para que gestionen algunas de nuestras actividades personales que no queramos atender, y de esa forma poder dedicar ese esfuerzo a otras cuestiones de mayor interés para nosotros.
En definitiva, esa es la esencia de la Acción Directa.



 

EL SERMÓN DEL ANTICRISTO 

 



/>¿Es más creativa la tristeza que la positividad?




La felicidad es una aspiración impuesta. En nombre de la felicidad el ser humano está sufriendo el mayor acoso léxico de su historia. Miles de impactos publicitarios nos convencen de que la dichosa dicha expande nuestras capacidades y nos hace mejores y más creativos. La tristeza, en cambio, adquiere connotaciones más arbitrarias y temibles. La vemos como una especie de peste negra que ataca siempre a traición. Se nos instiga a huir de ella porque limita nuestro potencial. Sin embargo, distintos estudios y expertos reivindican la tristeza como la mejor fuente de creatividad.

León Tolstoi, cuya cara era todo ceño, se expresó en esta línea: «La melancolía hace ir más despacio, enfría el ardor y pone en perspectiva los pensamientos, las observaciones y los sentimientos generados en otros momentos de mayor entusiasmo».

HOY NOS ATERRA LA TRISTEZA MÁS QUE NUNCA POR QUE NOS ENSEÑARON A NEGARLA A RECHAZARLA SIN RAZON. El experto en educación emocional y reivindicador de la tristeza Antonio Esquivias encuentra aquí razones históricas: «Del siglo XX se decía que era el siglo de la depresión. Quizás desde entonces confundimos la tristeza con la depresión, y eso se ha incorporado a la cultura popular. Hoy se ve a alguien triste y no se le deja estar triste».

La tristeza asusta porque es la única emoción que no nos inyecta energía para una acción inmediata, sino que nos sume en la parálisis, y contra este miedo inicial juega con éxito el concepto de la felicidad millenial, esa tontuna infantil y simplista que puede leerse en las tazas de Mr. Wonderful.

Declaró un día Julio Caro Baroja, escupiendo una flema muy suya: «No soy feliz ni puñetera falta que me hace». El especialista en educación emocional Antonio Esquivias se posiciona en contra del positivismo a ultranza: «Esa imagen de la felicidad se encuentra dentro de ese esquema actual de la positividad obligatoria. La felicidad no es una meta, no puede ser una cosa exigida; no es algo que haga falta para sobrevivir, sino una reconstrucción, un mirar atrás», explica.


Un rápido paseo por cualquier portal de empleo enseña que las ofertas de muchas empresas cuentan con requisitos emocionales entre sus exigencias. Hay que ser positivo, activo, entusiasta, constructivo… y creativo. Sin embargo, estas actitudes no nos aportan grandes dosis de creatividad y si de ESTUPIDEZ SUPINA EGOISMO Y COMPETICION. «La tristeza nos empuja a mirarnos hacia nosotros mismos, a buscar alternativas y a reestructurar nuestro mundo emocional. Los poetas tienen en la tristeza una fuente de inspiración porque en ella todo cambia. Pero si mi vida está satisfecha no necesito el cambio, sino la reafirmación», razona Esquivias.


La tristeza también expande la percepción y agudiza la memoria. El profesor australiano Joe Forgas hizo un experimento en el que dos grupos de personas debían acudir a una tienda. El primero visitó el lugar en un día cálido y agradable mientras en el local se reproducía una música feliz de Gilbert y Sullivan. El segundo entró en el establecimiento en un día frío a la vez que sonaba el Requiem de Verdi de fondo. Forgas había distribuido en la caja unas figuras de soldados, coches y animales. Al salir del local se instó a los participantes a que mencionaran los objetos que recordaban. El equipo de los tristes ganó la prueba: retuvieron la imagen con más nitidez y detalle.


La tristeza nos sume en nosotros mismos y, a la vez, nos proyecta al exterior. «Te hace ver de repente. Hay una agudeza en la vista, en la valoración de las cosas. Aparecen nuevas posibilidades. Los sentidos se agudizan de un modo muy importante, por eso esta emoción es creativa», coincide Esquivias.


El catedrático de la Universidad de Wake Forest (EEUU) Eric G. Wilson publicó el libro Contra la felicidad: en defensa de la melancolía para alertar de que la melancolía se encuentra en serio peligro de extinción y de que la caza a toda costa de la felicidad provocaría la evaporación del impulso que hay detrás de toda gran obra maestra.




La felicidad que se promociona hoy es una patraña y, si la tomamos en serio, nos garantiza unos achaques de frustración la mar de reconfortantes. Tiene trampa: nos dicen que no se puede medir, que sólo se comprende cuando se consigue (como la salmonelosis) y, a la vez, nos cuelan miles de libros, terapias o películas que nos indican los pasos que debemos seguir para conquistarla.


La tristeza, la decepción, la nostalgia, la melancolía potencian el espíritu crítico. Quizás por eso el rechazo a esta emoción no sea cosa natural, sino algo, cuanto menos, sugerido. ¿A quién perjudican los cabizbajos? Tal vez no es casualidad que esta felicidad superficial y saltimbanqui constituya el eje del mensaje de casi todas las campañas publicitarias.


Las psiquiatras de la Universidad de Harvard Modupe Akinola y Wendy Berry publicaron el estudio El lado oscuro de la creatividad: la vulnerabilidad biológica y las emociones negativas llevan a una gran creatividad artística. El ejercicio consistía en que varios estudiantes pronunciaran un pequeño discurso sobre su trabajo ideal. Se dividió a los participantes en dos grupos. Unos recibieron duras críticas y otros fueron halagados. Para comprobar las consecuencias del hachazo, distribuyeron material de manualidades y pidieron a los alumnos que realizaran un collage. El primer grupo afrontó la actividad con frescura y buen humor mientras el segundo se concentró en la tarea con una carga extra de estrés y abatimiento. De nuevo, la originalidad del segundo grupo superó con creces a la del primero.


No se trata de sumirse en un estado taciturno eterno, sino de sufrir con la plenitud necesaria los reveses de la vida y las pérdidas. La condena de la melancolía ha llegado a tal extremo que no es raro que uno se sienta culpable por no poder sobreponerse de ella instantáneamente. «Ahora se te muere alguien y a los tres días tienes que estar saliendo otra vez y parece que si no lo haces, estás incumpliendo algo», observa Esquivias.


Y si no te culpas tú, ya se ocuparán otros de hacerlo. El método actual para gestionar la tristeza del prójimo comprende dos frases. La primera es un ametrallamiento de consejos tópicos y de silogismos multiusos, y la segunda, cuando estos no logran curarte, es acusarte de falta de voluntad. «Resulta difícil que alguien nos diga: ‘oye, no pasa nada, tómate tu tiempo para llorar y vivir esa pena’», lamenta el especialista en educación emocional.


De esta naturalidad puede depender, según apuntan muchos expertos, que la humanidad siga inventando y evolucionando. El arte no es más que la proyección de uno mismo hacia una imagen falsa que nos ayuda a escurrir el dolor y cambiarlo por otra cosa. La tristeza nos hace más listos y nos enseña que la vida se puede moldear porque, en el fondo, sólo es una ficción maravillosa.





Tú ayudas a que todo sea una mierda.




Sociedad jerarquizada, salud mental y capitalismo
«Quien desea y no actúa engendra la plaga» William Blake



Los últimos estudios indican que la región chilena presenta altos índices de deterioro de la salud mental, siendo especialmente significativa la prevalencia de los trastornos depresivos, sin embargo, a la par de estas informaciones no han surgido explicaciones satisfactorias que permitan establecer una comprensión plena de la situación. En general las explicaciones populares más recurrentes que he leído lo atribuyen al “individualismo” y “consumismo” propios de una sociedad neoliberal y supuestamente hedonista. Esta explicación me parece bastante problemática y simplista. Por un lado, el denominado consumismo parece más un efecto de un proceso mayor que una causa en sí mismo y por otro, el supuesto individualismo resulta ser una causa imaginaria, ya que ante todo las sociedades jerarquizadas sean democráticas o dictatoriales tienden a la homogeneidad y no a la diversificación de sus integrantes. 


La pregunta entonces es ¿Qué es lo que esta explicación oscurece en vez de sacar a la luz?, ya que ha quedado totalmente omitida la explotación laboral, las extensas jornadas en condiciones adversas que logran extraer la mayor parte de la vitalidad de las personas, en un contexto altamente represivo de la identidad individual, que se ve absorbida por la identidad organizacional, tampoco se hace mención a los sistemas familiares generalmente patriarcales (ya sean muy aglutinados o altamente impersonales en su interacción) que es donde se producen habitualmente los epicentros del deterioro de la salud mental, ya que son sistemas altamente coercitivos o que muchas veces ofrecen relaciones “doble vinculantes” (mensajes contradictorios a nivel ideo-afectivo). Otro aspecto que parece quedar omitido es la situación de constante violencia política por parte del Estado, sus campañas de insegurización con amplia cobertura, menos aun hay mención al sistema educativo basado en una lógica de premios y castigos, que por definición cancela la expresión de cualquier acto espontáneo. Finalmente, tampoco se hace mención al papel de la destrucción de ecosistemas, a pesar de la gran cantidad de conflictos socioambientales, debido a la violenta expansión del capital bajo la sombra del terrorismo de Estado.

Si se examina por ejemplo los trastornos depresivos se puede observar que contradicen estas explicaciones, ya que por definición presentan gran pérdida de energía, sentimientos de culpa y la incapacidad de experimentar placer, por lo tanto es difícil ver en este caso el papel del supuesto “hedonismo” como explicación, situación similar ocurre con todo el espectro de trastornos ansiosos que son una forma de miedo puro condicionado, que no cuenta con posibilidad de una adecuada expresión psico-fisiológica. Ahora, si se observa otros trastornos como los alimentarios, el denominado trastorno límite y de ahí hacia las psicosis, lo que se puede ver es una difusión de la identidad que es totalmente incompatible con la idea de un individualismo exacerbado. De esta forma me parece que en esta explicación con alto contenido moral en la izquierda actual lo que se esconde es la continuación de una forma de valorar, que es la misma del sistema social que se supone que se está criticando. Me explico: El sistema social jerarquizado sea democrático o dictatorial, su forma económica capitalista no es la de una sociedad ni orgiástica ni dionisíaca, es una sociedad eufóricamente puritana, que emplea una amplia gama de sistemas de domesticación psicofisiológica en todas las áreas que antes mencioné como excluidas de la explicación habitual sobre la salud mental.

Este discurso paranoico con la diversión o el placer o la expresión de individualidad podría darlo perfectamente un luterano. Recordar el importante papel en la generación del capitalismo de la ética protestante y como esta se aplica a los “recursos humanos”, después de todo, los realmente pobres difícilmente podrían tener un problema de “consumismo” y mucho menos tiempo alguno para la expresión de su individualidad. Por lo tanto, la explicación que se pretende dar es una forma de valorar que implica rechazar constantemente los propios instintos, se basa en la autorenuncia, expresada de hecho en el discurso igualitarista de la moral cívico-democrática (continuación del igualitarismo cristiano somos todos hijos de dios) en que todos somos ciudadanos. Este discurso homogenizador opera como telón de fondo de todos los sistemas de control antes descritos, provocando la renuncia a los instintos bajo la premisa del supuesto bien mayor que sería el interés de la sociedad (clase dominante, sus dioses, etc.) suprimiendo tanto la individualidad como lo que podríamos tener en común, la naturaleza humana es sustituida por todos estos ideales, generalmente esta trampa es realizada atribuyendo a los instintos el papel de caja de Pandora, sin embargo, si bien la crueldad parece ser algo instintivo en ocasiones, esa solo es una parte de la historia ya que hay muchos otros instintos desde la curiosidad, el sexo, la creatividad, el amor, etc.

Es bueno recalcar en este punto que las diferencias siempre van a tener que existir para ser sanos, porque la naturaleza es así, solo que estas no pueden convertirse en fundamentos de jerarquía social o económica o política. La igualdad que se busca es la inexistencia de jerarquías no la homogeneidad que se esconde bajo el discurso igualitarista y que también invade a veces los discursos anticapitalistas.

Desde esta perspectiva se puede ver como la región chilena pasó de ser en dictadura un lugar totalmente aterrorizado a ser un lugar totalmente deprimido bajo la democracia burguesa y su forma de valorar. En este sentido, se puede afirmar la necesidad de una inversión de esta forma de valorar, basada en la constante renuncia a los deseos que impone un sistema jerarquizado, como forma de salir de la domesticación psicofisiológica focalizada en la reverencia constante al principio de autoridad, que niega cualquier espontaneidad a nivel socio-afectivo. Ya que las explicaciones supuestamente ilustradas de la psiquiatría nos siguen encerrando en un determinismo biologicista desmentido hasta el cansancio, mientras las escuelas de psicología con su modelo bio-psico-social constatan una obviedad a la vez que la reducen a datos estadísticos, con que disparar a la bandada, con los clásicos lugares comunes de sociedad “moderna”, “globalización”, “la vida agitada”, etc., ignorando por completo las relaciones de poder implícitas en la comprensión del deterioro de la salud mental (en realidad salud psicofisiológica sería más adecuado decir).

Esta inversión de valores de la que hablo solo es posible en la medida en que se produzca una transmutación de los afectos, que va generando la constante renuncia a los deseos para acomodarse a estos supuestos ideales superiores de una sociedad jerarquizada, es decir, volver a valorar una individualidad interdependiente que atiende a las reales necesidades de su propio organismo, solo desde ahí es posible la organización necesaria para subvertir los cimientos de esta forma sepulcral de infravalorar la vida que se esconde bajo los supuestos grandes ideales de Estado de derecho, democracia, civismo, etc. De esta forma solo se puede afirmar que son nuestros demonios nuestros mejores consejeros, basta ver al respecto como el supuesto potencial civilizatorio del capital nos tiene más cerca de la sexta extinción que del comunismo.





Poder y sociedad.

 La historia de la humanidad se puede definir como la historia de la lucha por el Poder o la corrupción, en la cual la izquierda se ha convertido en el apéndice de la derecha, es decir, en las dos caras de una misma moneda, porque ha caído en la trampa de la corrupción en la conquista por el Poder que le proponía la derecha.

La propaganda, es decir, los medios que utiliza el Poder para crear corrientes de pensamiento a través de la persuasión y de este modo poder manipular a la sociedad siempre serán más eficaces que la métodos de coerción de los que también se sirve el Poder a través de las normas y leyes que dicta el Estado como medio represor.


Cuando el Poder a través del Estado divide a la sociedad en clases sociales fomenta la meritocracia para gobernar o manipular a los mejores gobernados, al contrario, los peores gobernados sirven como chivo expiatorio a la élite de Poder para justificar ante los mejores gobernados el mal funcionamiento y desarrollo de la sociedad cuando se hace patente la corrupción generalizada del sistema de dominación capitalista, de este modo se promueven y crean guerras, leyes represivas, golpes de estado, atentados de falsa bandera, destrucción del medio ambiente, acaparamiento de los recursos naturales, concentración de la riqueza y poder en pocas manos, siempre en nombre de la ley, el orden y la seguridad de la nación.



Que el trabajo asalariado obedezca a los fines de reproducción del sistema capitalista por medio de la propiedad privada en posesión de la burguesía para acumular más bienes y riqueza a través de la mercancía y de la explotación o plusvalía del trabajador asalariado, no significa que la clase desposeída intente alcanzar los medios de producción de la clase burguesa como apéndice del Poder constituido en el Estado.

Llegados a este punto, vemos que la propaganda sobrepasa la dimensión política de la esfera individual para convertirse sólo en una esfera colectiva que a la vez está incrustada en una institución que sirve al Poder y al Estado como partido, sindicato u organización. En esta coyuntura el individuo pertenece a un colectivo que al ser apéndice de una institución del Poder, lo reproduce y ansia conquistarlo para imponerlo al resto de la sociedad. El Poder utiliza el poder como medio y fin para atraer a las masas desposeídas y de este modo poderlas controlar y manipular a su antojo.



Se hace muy complejo valorar la disposición de aceptar o quedarse al margen de un sistema de dominación corrupto, cuando el sistema es la sociedad que da forma al individuo y éste tiene que adoptar como fin la lucha para poder sobrevivir. Sin embargo una cosa tengo clara, la disposición por el cambio mental del individuo es la que fomentará y determinará una revolución en el sistema que también cambie las circunstancias sociales, políticas y económicas de la sociedad y no ésta al individuo para revolucionarizarlo, porque éste no puede transformase sólo desde el exterior, es decir, es el individuo el que tendrá que cambiar a la sociedad y no al revés.






La religión del voto


Una cuestión de fe.

Imaginemos una persona que se declarase como no creyente, escéptica o atea, y que tuviese la intención abierta de iniciar una línea de acción definitiva encaminada a luchar contra la intromisión ilegítima de la iglesia en nuestras vidas, y también para hacer más irrelevante el poder coactivo de la iglesia en nuestra sociedad… ¿Qué pensarías si esa persona nos expusiera el siguiente planteamiento?

“Piénsalo bien, que tú decidas no ir a misa eso no va a hacer que acabemos con la iglesia, ni va a impedir que dicha institución siga manteniendo oscuros acuerdos económicos con otros poderes, ni va a evitar tampoco que siga obteniendo toda clase de privilegios y beneficios a nuestra costa. Asúmelo, todo seguirá exactamente igual independientemente de tu obstinación con no ir a misa. Por tanto, la actitud inteligente y correcta que deberíamos asumir, sería ceder y comenzar a ir a misa religiosamente siempre que podamos, y así al menos podríamos participar de alguna forma en el proceso y aportar lo posible de nuestra parte para ir cambiando la institución, o… ¡incluso mejor aún! ¡podríamos presentarnos a monaguillos e intentar ir cambiando la iglesia poco a poco desde dentro! Sin duda, esa sería la única forma real de cambiar las cosas”.


Suena todo muy lógico y coherente, ¿verdad? Tras este disparatado razonamiento, lo más probable es que diéramos por hecho que nuestro interlocutor se encuentra gravemente alterado por ingentes cantidades de alcohol u otras drogas, o sencillamente que ha perdido toda capacidad de raciocinio. Sin embargo, el mismo incongruente razonamiento parece que se asume con mayor naturalidad cuando lo aplicamos a otras instituciones. Por ejemplo, probemos a cambiar en el texto “ir a misa” por “votar en las elecciones”, “iglesia” por “gobierno corrupto” y “monaguillo” por “candidato a las elecciones”. Y así es como hubiera resultado la misma exposición:

“Piénsalo bien, que tú decidas no votar en las elecciones eso no va a hacer que acabemos con el gobierno corrupto, ni va a impedir que dicha institución siga manteniendo oscuros acuerdos económicos con otros poderes, ni va a evitar tampoco que siga obteniendo toda clase de privilegios y beneficios a nuestra costa. Asúmelo, todo seguirá exactamente igual independientemente de tu obstinación con no votar en las elecciones. Por tanto, la actitud inteligente y correcta que deberíamos asumir, sería ceder y comenzar a votar religiosamente siempre que podamos, y así al menos podríamos participar de alguna forma en el proceso y aportar lo posible de nuestra parte para ir cambiando la institución, o… ¡incluso mejor aún! ¡podríamos presentarnos como candidatos a las elecciones e intentar ir cambiando el gobierno corrupto poco a poco desde dentro! Sin duda, esa sería la única forma real de cambiar las cosas”.

¿A que este mismo razonamiento, expuesto así, ya nos resulta más familiar y cotidiano? Hasta el punto de que, como un molesto e insistente reloj de cuco, se nos repite hasta la saciedad cada cuatro años. Se nos insiste incluso desde sectores pretendidamente transformadores y activistas, y aún después de comprobar año tras año en qué clase de monstruo social está derivando este “justo y avanzado” sistema de democracia representativa. Y digo yo que… ¡ya está bien de contarnos películas! ¿no? Y ya está bien de creérnoslas.





Reconozco que, en mi caso, me costó darme cuenta de semejante dislate, porque así es cómo nos han enseñado que funcionan las cosas desde que eramos pequeños. Pero, incluso sin necesidad de la inevitable rebeldía que se nos despierta ante situaciones injustas, tan sólo a partir de la humildad de la persona que desea conocer y aprender para entender cuanto le rodea, y asumiendo el valor necesario para cuestionar los dogmas con los que crecimos y, sin más, dimos por hecho, tan sólo con ello podemos ser capaces de empezar a cambiar las cosas, de permitir que ocurran. De provocar transformaciones en ti misma y en tu entorno, para mejorarlo, y hacerlo más amigable y menos dañino para ti y para los tuyos, sin tener que condicionar para ello a otras personas en contra de su voluntad. Así como, por supuesto, no tener que depender tampoco de terceras personas para que den solución a tus propios problemas al mismo tiempo que a los problemas de otros más de 40 millones de personas. Y máxime cuando esas personas que nos prometen soluciones globales son precisamente las que más trabas nos ponen a nuestra capacidad para poder desarrollarnos como personas plenas, para poder aportar soluciones y resultados válidos para nuestro entorno, para poder ser y sentirnos útiles, para poder avanzar, crecer como personas y como comunidad, y alcanzar un mínimo de autonomía, de responsabilidad propia y de madurez social.

¿O seguimos esperando, como eternos infantes, a que nuestro señor padre nos diga cómo habrán de ser las cosas, tan sólo a cambio de unas cuantas migas (u hostias) del pan de cada día y de que nos cuente algún que otro cuento (o parábolas bíblicas) para dejarnos con la conciencia tranquila antes de irnos a la cama?





DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN A LA SOCIEDAD DE LA MANIPULACIÓN.


Algunas consideraciones sobre el pensamiento y la información.


El pensamiento en el hombre en la era moderna le ha valido para producir numerosos inventos, a partir del siglo XX, la revolución industrial supone en la vida de las personas un punto de inflexión en la historia de la humanidad. El desarrollo de la “conciencia” en su forma más lógica como pensamiento,   ha incrementado su potencial en las áreas de carácter tecnológico, la nueva era tecnotrónica ha invadido nuestras vidas. Tanto el desarrollo del pensamiento como la conducta derivada del razonamiento, se produce de forma mecánica.

Al parecer tenemos alguna conclusión ha toda nuestra inventiva, nuestros inventos son el producto de nuestro pensamiento, las máquinas como tal, reproducen de alguna manera u otra el proceso que se ejecuta en nuestro cerebro, en nuestra psique se producen los pensamientos mecánicamente, cabe suponer que la “imaginación” del pensador queda restituida por la información de las experiencias que ha vivido, toda la información que contiene el cerebro se ejecuta sin investigación o análisis previo, como si de un robot se tratara.


La intuición del hombre también queda anulada por el proceso mecánico del pensamiento.
Debemos suponer que los sentidos de las personas también quedan aletargados, la formación del pensamiento no se producirá a partir de una sensación objetiva del hombre a partir del   yo interior y después hacia el exterior (entorno),  y sí, sufrirá debido a la incapacidad para reconocerse como individuo, un cambio que lo conducirá a una forma de pensar subjetiva, sin capacidad de estudio, reducido a la forma más básica del desarrollo humano en su pensamiento, esto significa  que somos manipulados por la propaganda, por la información, por las experiencias etc, sin previo análisis.





TIEMPO Y SALUD
«¿Quién cojones disfruta de levantarse a las 6:30 por la alarma del reloj, salir de la cama, forzarse a comer, cagar, mear, limpiarse los dientes y el pelo, y pelear contra el tráfico para ir a un lugar donde básicamente vas a generar un montón de dinero a otra persona y encima sentirte afortunado por la oportunidad de hacerlo?» Bukowski


He redordado esta cita de Bukowski mientras leía un artículo sobre medicina preventiva. He aquí otro eufemismo más, he pensado, destinado a cobrarnos las reparaciones de los daños previamente causados por el sistema mismo. Porque, ya está bien de cuentos, el hecho de que estemos avocados al chequeo preventivo prueba que la enfermedad “ya está ahí”, que es el sistema el que, primero la produce y luego la previene. Un negocio redondo para el Estado, para la industria sanitaria y para la farmacéutica: primero arrasan el monte y luego venden una falsa reforestación.
Es la salud, y solamente la salud la que hace innecesaria cualquier medicina, sea o no preventiva. De modo que, lo que debemos preservar y de lo que debemos prevenirnos es de no perder la salud. Pero para que ello sea posible hemos de vivir de otra manera y en condiciones radicalmente distintas a las que se nos imponen. Porque la mayor parte de las enfermedades y dolencias que hoy padecemos están provocadas por el propio sistema, por las insalubres, arbitrarias y abusivas condiciones impuestas por quienes dirigen la llamada economía de mercado, o como prefiráis denominar a este totalitario engendro de mierda en el que nos vemos obligados a trabajar para existir y a existir para trabajar, porque la vida, lo que se dice la vida y no la mera supervivencia, le está vetada a las tres cuartas partes de los habitantes de este planeta arrasado por la voracidad capitalista.
No vendrá solución alguna, ni tampoco la salud, de la mano del sistema, que impone sus normas reduciéndonos a mera mercancía. Recuperar la salud social, la salud común, la de todas y cada una de las personas, implica recuperar la libertad, rebelarse contra la anti-vida impuesta por un calendario mercantil y carcelario. Pero ello requiere, en principio, una atención de cada cual consigo mismo, con su mente y con su cuerpo, que es condición básica para la propia salud. Será cada cual quien determine libremente en qué consiste su propia salud y cómo quiere administrarla, pero dicha conciencia requiere, para empezar, disponer de tiempo, del propio tiempo, de un tiempo que nos es sistemáticamente expropiado desde el mismo momento en que nacemos.
«…vértigo de una sociedad donde el individuo parece hallarse en fuga permanente, donde el reloj de los de arriba nos marca el compás con el que, paso a paso, le vamos dando la espalda a un acontecer pleno, más humano, franco y horizontal, a un presente más nuestro». Juan Cruz López
El horario es el principal instrumento del dominio utilizado por este para someternos a sus fines, para transformarnos en ejércitos de autómatas obedientes. Las personas que acuciadas por la supervivencia ni siquiera tienen tiempo para prestarse atención a sí mismas ¿cómo van a poder prestársela debidamente al medio en el viven? Si acatamos el estricto horario dictado para cada una de nuestras acciones, ¿cómo vamos a saber quienes somos o quienes podríamos llegar a ser “realmente”? Hasta la conciencia de saberse esclavo exige una reflexión que sólo puede darse en un tiempo recuperado, liberado.
El sistema genera enfermos crónicos, creyentes integrados, autómatas enajenados de su propio tiempo, privados de sus propias e insustituibles fuentes de salud. Convertida en pura maquinaria productiva, en mera función, la persona “averiada” tiene que acudir forzosamente al taller sanitario, establecido no para sanar, sino para sub-sanar la dis-función que la hace improductiva, no rentable.
Cuando decimos “tómate tu tiempo”, invitamos al otro a actuar por sí mismo, a ser persona y no autómata. Pero, ¿no debiera ser innecesaria dicha invitación? ¿No debiera ser la practica natural y cotidiana “tomarse el propio tiempo”? ¿En qué otro tiempo podemos vivir y no meramente existir? ¿Qué otro tiempo, al margen del propio, podríamos tomarnos que no fuera el impuesto por un poder ajeno a nosotros mismos?
«El tiempo libre, en buena medida, es un tiempo también sujeto a los valores del sistema productor de mercancías». John Holloway.
El tiempo libre (el auténtico tiempo libre, y no el así denominado eufemísticamente por el poder) es requisito indispensable para poder disponer plenamente de nuestras mentes y de nuestros cuerpos, que sólo podrán denominarse “sanos” si nos pertenecen por completo, si no están enajenados. Disfrazar y mercantilizar la salud es la misión del aparato sanitario del Estado, que lo primero que nos hurta “preventivamente” es el tiempo, nuestro tiempo.







ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL FETICHISMO DE LA MERCANCÍA, EL DINERO Y EL PODER.








El culto a la imagen o al Yo en la sociedad capitalista en su faceta psicológica determina el carácter del individuo, es de decir, su pensamiento y voluntad son producto de agentes externos que invaden su espíritu a partir del fetichismo de la mercancía y el dinero que le otorgan poder (para la lucha por la supervivencia y adaptación al sistema de dominación) y a la vez se reflejan en él para cosificarlo como objeto para la pugna (a veces fingida y otras no) y consolidación de otros sujetos (detentores minoritarios del Capital) por el Poder absoluto.

Si te quitan la libertad te quitan la dignidad, si te que quitan la dignidad te quitan la humanidad, si te quitan la humanidad te quitan la vida.


El dinero, o para ser más exactos, la acumulación de éste, representa y proporciona la seguridad que causa la falta de confianza en uno mismo y en el prójimo.


Por muy limitadas que sean las habilidades, cualidades o el pensamiento de un individuo, la potencia creadora que haya en él y que lo distinguen de sus semejantes, será lo suficientemente necesaria para trabajar de forma autónoma y no depender de ningún agente externo, ya sea del empresario o Estado como trabajo asalariado en la actual producción capitalista.


La imposición de ideas llevada a cabo por la Autoridad (que ejerce el monopolio de la información) suprime la libertad de pensamiento y genera conflicto entre los hombres, un nuevo derecho basado en la igualdad tendría que prescindir de la Autoridad y desarrollar nuevas formas de relación basadas en el equilibrio de las ideas.


Una de las causas del miedo a la muerte es una vida sin sentido.


El capitalismo se consolida por la meritocracia que representa a los mejor adaptados de la sociedad al sistema de dominación.


El Poder es consecuencia del miedo y/o la obediencia.


En la pugna por el Poder las élites necesitan la connivencia de la mayoría para el gobierno de la sociedad.


Sé el autor de tu vida.


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